12/4/10
María del Carmen Fernández Alonso es la coordinadora de GDT (Enfermedades Mentales del Grupo de Salud Mental) del PAPPS (Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud).
La falta de educación y cultura siguen siendo las principales causas de los agravios dados a los ancianos. En este escrito se pretende mostrar algunas formas de maltrato hacia éstas personas y las prevenciones que el gobierno y nosotros como ciudadanos debemos tener. Para sustentar esto, la autora se basa en que: i) el maltrato no solo es físico sino también psicológico, los cueles dejan huellas imborrables en la piel y en el alma de estas personas, ocasionando un deterioro gradual espiritual de ellos, y ii) el gobierno y la ciudadanía debemos tomar cartas en el asunto y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que se sigan cometiendo este tipo de abusos hacia este grupo social tan importante con lo son los ancianos, por eso estas prevenciones se categorizarán en: prevención primaria y secundaria.
Al realizar esta reseña, mostrando el maltrato y la prevención hacia ellos, trato de que tomemos conciencia de que hay cosas muy importantes a las que no le damos prioridad.
Tenemos la manera de evitar que esto siga pasando pero no lo hacemos, creemos que de estos temas se debe encargar el gobierno.
Pero no pensamos en que en nuestras manos ésta la solución a esta problemática, que sea ahora o en un futuro, nos irán a afectar a todos directa o indirectamente.
El maltrato físico se puede demostrar básicamente con nuestra negligencia frente a las necesidades que ellos tienen, o las lesiones que les podamos ocasionar: quemaduras, golpes, el abandono o falta de cuidado – que dejará las consecuencias en el interior de ellos, más que el exterior –. El maltrato psicológico, son las lesiones que ocasionan las palabras: la intimidación, el desprecio, las amenazas, las humillaciones, la privación de sus derechos, entre otros. La autora – como muchos otros – nombra particularmente una causa del maltrato: “el cambio de valores en nuestra sociedad actual en la que la juventud, […] el anciano, enfermo con frecuencia dependiente e improductivo, es infravalorado y a veces resulta una “molestia” para familias nucleares con dificultades para cuidar al anciano” (pág. 1). Algunas de las consecuencias psicológicas son: “Tristeza, trastornos emocionales, sufrimiento, depresión, ansiedad, ideación suicida, inhibición.” (pág. 1). Las lesiones físicas son: “Lesiones por traumatismo, desnutrición, fracturas, deshidratación, […] abandono o falta de cuidados.” (pág. 1).
No sé qué pueda sentir una persona cuando está maltratando a un anciano, ya sea una agresión física o verbal.
Creo que no debería haber satisfacción por lo que hace; que no hay disculpa para cometer semejante atrocidad, abusar de una persona indefensa que ha vivido toda su vida, tal vez esperando morir en paz y nunca ser maltratada, solo creo que todo lo que somos se lo debemos a ellos y no merecen este agradecimiento tan infame que le damos, simplemente con el hecho de no ceder nuestro asiento en un bus o no ayudar a pasar una calle o no ofrecerles nuestra ayuda cuando vemos que la necesitan.
Según Fernandez, para evitar éste tipo de abusos, debemos ayudar desde dos posiciones:
i) La Prevención Primaria, que es la manera en cómo nuestra cultura y educación interviene en el trato hacia las personas mayores, el tiempo que le dedicamos a los ancianos.
Pero, para esto también se necesita la ayuda del gobierno puesto que el tiempo que los cuidadores pueden dedicarles a ellos depende del horario de sus trabajos y el nivel de estrés que manejen, por ejemplo: “el desarrollo de programas de ayuda social a los ancianos y a las familias por parte de las instituciones públicas y una mayor dedicación de medios para los cuidados psicosociales de la familia” (pág. 3), la autora dice, también, que deberían haber unos “cambios en la normatividad laboral facilitando limitación de jornada en condiciones económicas dignas que cuando se está a cargo de discapacitados ancianos…”.
ii) La autora también platea que la Prevención Secundaria, que es una serie de exámenes mentales que se le realizan a las personas encargadas del cuidado de los ancianos con el fin de prevenir cualquier alteración mental de ellos que pueda poner en peligro la integridad física y mental de los protegidos.
“Para la selección de casos se aplicó un “baremo” o escala (SMA) que valora y puntúa signos o síntomas sugerentes de negligencia, actitud del cuidador y cumplimiento terapéutico y que se utiliza como instrumento diagnóstico del llamado síndrome del anciano maltratado” (pág. 4).
En nuestras manos está cambiar el futuro de nuestra sociedad y el destino de los ancianos. Tenemos todo para lograr que ellos vivan felices y tranquilos; aunque no seamos las personas más inteligentes, ni las más cultas y no tengamos muchos títulos.
Debemos tener conciencia y sensibilidad ante este tema, aplicar estos consejos en nuestras vidas, intentar por un momento darles un poco de tranquilidad y descanso. Tampoco, esperar a que el gobierno empiece dicho cambio, tenemos la obligación de iniciar por nosotros mismos, ya que somos nosotros quienes podemos transformar la sociedad.
Para concluir, podemos ver que toda esta problemática está ligada a nuestra educación, cultura y, sobre todo, a la falta de conciencia que tenemos frente a este tema.
Primero, porque somos quienes maltratamos de diversas maneras a este grupo de personas débiles que necesitan de nuestra ayuda; y segundo, porque tenemos en nuestras manos las herramientas para parar esto, así sea empezando por nosotros mismos.
Pero en cambio no lo hacemos y creemos que esto no nos incumbe porque quizá no tenemos a un familiar cercano en estas condiciones.
Es impresionante la falta de conciencia que tenemos ignorando un tema tan importante; que no se le dé valor a las personas dueñas de nuestra historia; a aquellas que hicieron que, de alguna manera estemos donde estamos, es inadmisible que no le demos la importancia y el respeto que se merecen gracias a la sabiduría cargada de experiencia que llevan consigo. Aún nos falta mucho para conseguir el nivel de cultura que necesitamos para ser un país desarrollado.
Esto no lo vamos a lograr sino empezamos por resolver los problemas sociales que nos agobian, comenzando por respetar a los ciudadanos, no solo a las personas de buen físico y semblante, sino a todos aquellos que comparten las misma ciudad, país o comunidad con nosotros.
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